Neonazis de Bogotá: una historia increíble pero cierta

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10.05.2013 a las 18:02 hs 0 362 0

Neonazis de Bogotá: una historia increíble pero cierta

La Tercera Fuerza no se diferencia de otros grupos de

neonazis que surgen en varios países de América del Sur.

Foto: Deutsche Welle

Un reportaje del medio alemán, Deutsche Welle, expone con preocupación la existencia de los comúnmente llamados skinheads y sus ideales sociales que afectan la diversidad racial y sexuales de ciudades latinoamericanas como Bogotá.

Los cabezas rapadas siembran violencia en varios países latinoamericanos. Mujeres teñidas de rubio y hombres rapados y con esvásticas marchan por las calles de Bogotá. La Tercera Fuerza no se diferencia de otros grupos de neonazis que surgen en varios países de América del Sur.

Lo que está sucediendo en el corazón de la capital colombiana seguramente haría que Hitler se retorciera de felicidad en su tumba. Imágenes extrañas, que parecen haber salido de una película de clase c, pueblan las calles de Bogotá. Se trata de un grupo de neonazis que se llama a sí mismo Tercera Fuerza Nación (TFN) y marcha por las calles con esvásticas bordadas a mano y entonando cánticos nazis. Las mujeres van teñidas de rubio y los hombres con cabezas que brillan como bolas de billar, vestidos con uniformes y símbolos que emulan a organizaciones nazis como la SS.

Los cabezas rapadas de Bogotá son autores de ataques violentos en varias ciudades colombianas y se declaran antisemitas militantes. Para combatirlos, el Parlamento colombiano dio, a fines de agosto, el primer paso hacia un proyecto de ley contra la discriminación y la promoción de doctrinas que propicien el genocidio, gracias a la cual la actividad de los neonazis se enmarca la ilegalidad.

Todavía se espera la aprobación, en sesión plenaria del Parlamento colombiano, de la Ley Antidiscriminación, impulsada por el presidente Juan Manuel Santos, que castigará con penas de uno a tres años de prisión toda conducta discriminatoria por razones de raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología, sexo u orientación sexual.


GRUPOS PEQUEÑOS PERO MUY VIOLENTOS

La revista Semana filmó uno de los encuentros de la organización neonazi a fines de abril en un hotel del centro de Bogotá. No faltaron los retratos de Adolf Hitler, las esvásticas y una bandera que intentaba imitar a un estandarte de las SS, colocada decorativamente sobre una calavera, con la inscripción Mi honor es la fidelidad. En la reunión se proyectaron películas sobre la Segunda Guerra Mundial y se conmemoró a los camaradas caídos al grito de ¡Sieg Heil!

El fenómeno de los nazis criollos no sólo preocupa en Colombia, sino también en Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil. En este último, hace pocos días, un joven murió como consecuencia de un ataque de neonazis. Sergio Widder, director de la filial sudamericana del Centro Simón Wiesenthal, en Buenos Aires, observa hace tiempo los excesos de los grupos neonazis.

La mayoría son grupos pequeños, pero muy violentos, y eso es lo que los hace tan peligrosos. Según Widder, en el sur de Brasil, la Policía disolvió una de las agrupaciones luego de que cometieron un asesinato. Ya advertimos a las autoridades colombianas que los neonazis anunciaron que iban a celebrar el cumpleaños de Rudolf Hess. Pero la mayoría de las veces, estos grupos actúan en secreto, explica Sergio Widder.

ODIO ANTISEMITA Y A HOMOSEXUALES

Los que une a los skinheads y a los neonazis es su odio, basado en teorías conspirativas, a los judíos, a los comunistas, a los homosexuales y a personas que tiene un color de piel un poco más oscura de lo que la tiene el común de los latinoamericanos, señala el director del Centro Simón Wiesenthal en Buenos Aires.


Pero el racismo, latente o manifiesto, es un problema que afecta también a las capas medias de la población de algunos países de América del Sur. Sergio Widder no cree, sin embargo, que esto tenga que ver con los antiguos nazis alemanes que emigraron a Argentina luego de finalizada la II Guerra Mundial. Creo, sí, que los neonazis de Sudamérica tratan de formar parte de esa tradición, pero no creo que los antiguos nazis hubiesen estado dispuestos a aceptarlos, ironiza Widder.

El Centro Simón Wiesenthal apoya a gobiernos y a iniciativas ciudadanas contra el racismo en todo el continente.

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